8 – 14 junio Alma 8–12 | Para uso individual y familiar

Enseñando doctrina verdadera, por Michael T. Malm.

Estudiar las Escrituras invita a la revelación. Así que, durante su lectura de Alma 8–12, registre las impresiones del Espíritu, conforme Él le enseñe de los mensajes de Alma y Amulek.

Anote sus impresiones

La obra de Dios no será frustrada, pero a veces parece que nuestros esfuerzos por ayudar en Su obra fracasan, o al menos, puede que no veamos inmediatamente los resultados que esperamos. En ocasiones, podemos sentirnos como Alma cuando predicó en Ammoníah: rechazado, ultrajado y expulsado. No obstante, cuando un ángel le mandó que se volviera y lo intentara de nuevo, Alma, con valentía, “se volvió prestamente” (Alma 8:18), y Dios preparó una vía ante él. No solo le proveyó de alimentos y un lugar donde hospedarse, sino que Él preparó a Amulek, quien se convirtió en su compañero en la obra, un tenaz defensor del Evangelio y un amigo fiel. Cuando afrontemos fracasos y desilusiones en nuestro servicio en el reino del Señor, podemos recordar cómo Dios apoyó y dirigió a Alma, y podemos confiar en que Dios nos apoyará y guiará a nosotros también, aun en circunstancias difíciles.

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Ideas para el estudio personal de las Escrituras

Alma 8

Mis esfuerzos por compartir el Evangelio pueden requerir persistencia y paciencia de mi parte.

Quizás alguien rechace su testimonio del Evangelio, pero eso no significa que usted deba perder la esperanza; después de todo, el Señor no va a darse por vencido con esa persona, y Él le guiará para que sepa cómo actuar. En el caso de Alma, un ángel le mandó regresar a Ammoníah para predicar el Evangelio, aun cuando sus habitantes le habían expulsado de allí con violencia (véase Alma 8:14–16). ¿Qué aprende del ejemplo de Alma de compartir el Evangelio sin importar los desafíos ni la oposición? ¿Qué versículos de Alma 8 aumentan su deseo de compartir el Evangelio?

Véanse también 3 Nefi 18:30–32; Jeffrey R. Holland, “El costo —y las bendiciones— del discipulado”, Liahona, mayo de 2014, págs. 6–9.

Alma 9:18–2510:16–23

Dios juzga a Sus hijos de acuerdo con la luz y el conocimiento que poseen.

Al leer sobre la manera en que los nefitas de Ammoníah trataron a los siervos del Señor, es fácil olvidar que ellos una vez fueron una gente que vivía el Evangelio, un “pueblo tan altamente favorecido del Señor” (Alma 9:20). De hecho, parte del mensaje de Alma al pueblo de Ammoníah era que, debido a que ellos habían endurecido sus corazones, a pesar de haber sido bendecidos generosamente, su estado era peor que el de los lamanitas, quienes pecaban mayormente en la ignorancia. ¿Qué nos enseña este contraste en cuanto al modo en que Dios juzga a Sus hijos?

Al leer acerca de las grandes bendiciones que Dios concedió al pueblo de Nefi (véase especialmente Alma 9:19–23), medite en las grandes bendiciones que Él le ha concedido a usted. ¿Qué está haciendo para permanecer fiel a esas bendiciones? ¿Qué cambios siente que debe hacer?

Véase también Doctrina y Convenios 82:3.

Alma 11–12

El plan de Dios es un plan de redención.

Los profetas del Libro de Mormón utilizaron una variedad de nombres para describir el plan que Dios tiene para Sus hijos, como por ejemplo: el Plan de Salvación o el plan de felicidad. En Alma 11–12, Alma y Amulek se refirieron a él como el plan de redención. A leer estos capítulos, medite en la razón por la que usaron la palabra “redención” para describir el plan. También podría escribir un breve resumen de lo que enseñaron Alma y Amulek acerca de los siguientes aspectos del plan:

La Caída:

El Redentor:

Arrepentimiento:

Muerte:

Resurrección:

Juicio:

Observe el efecto que tuvieron las palabras de Amulek en las personas (véase Alma 11:46). ¿Por qué piensa que estos principios causaron una impresión tan potente? ¿Qué influencia han tenido en su vida?

Véase también D. Todd Christofferson, “La resurrección de Jesucristo”Liahona, mayo de 2014, págs. 111–114.

Alma 12:8–18

Si no endurezco el corazón, podré recibir más de la palabra de Dios.

Algunas personas se preguntarán por qué el Padre Celestial no nos da a conocer todas las cosas. En Alma 12:9–14, Alma explicó una posible razón por la que, en ocasiones, nos son retenidos los misterios de Dios. Estas preguntas podrían ayudarle a meditar en lo que él enseñó:

  • ¿Qué significa endurecer el corazón? ¿Ha notado alguna vez esa tendencia en usted?

  • ¿Por qué retendría el Señor Su palabra de aquellos que han endurecido el corazón?

  • ¿En qué forma ha experimentado la promesa de recibir una “mayor parte de la palabra”? (Alma 12:10). ¿Cómo fue esa experiencia?

  • ¿Qué puede hacer para asegurarse de que la palabra de Dios se “[halle] en [usted]”? (Alma 12:13). Si tiene la palabra de Dios en usted, ¿qué efecto tendrá en sus “palabras”, “obras” y “pensamientos”? Alma 12:14).

Para ver un ejemplo de estos principios, compare a Amulek con las otras personas de Ammoníah. ¿Cómo ejemplifica la experiencia de Amulek (véase especialmente Alma 10:1–11) lo que enseña Alma en estos versículos?

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Ideas para el estudio familiar de las Escrituras y la Noche de Hogar

Al leer las Escrituras con su familia, el Espíritu le ayudará a saber qué principios debe enfatizar y analizar a fin de cubrir las necesidades de su familia. A continuación se presentan algunas ideas:

Alma 8:10–18

¿Qué aprendemos de Alma en cuanto a obedecer al Señor “prestamente” (versículo 18) aun cuando pueda ser difícil? Para reforzar este principio con los niños pequeños, podrían hacer un juego en el que usted diga las instrucciones para hacer una tarea y vea cuán rápido la familia la realiza. Por ejemplo, podrían ver quiénes pueden doblar una prenda más rápido.

Alma 10:1–12

¿Qué podemos aprender de la experiencia de Amulek en esos versículos? ¿Qué efecto tuvo su testimonio en los que le escucharon? Invite a los integrantes de la familia a elaborar un plan para hacer una cosa esta semana basándose en lo que aprendieron del ejemplo de Amulek.

Alma 10:22–23

¿Qué aprendemos en estos versículos acerca de la influencia que puede ejercer un grupo de personas justas en una ciudad inicua?

Alma 11:34–37

¿Qué diferencia hay entre que Jesucristo nos salve en nuestros pecados y nos salve de nuestros pecados? (véase Helamán 5:10; véase también 1 Juan 1:9–10). Para ilustrar lo que enseñó Amulek, podría compartir el relato que está al comienzo del mensaje del élder Allen D. Haynie, “Recordemos en quién hemos confiado”, Liahona, noviembre de 2015, págs. 121–123). ¿Cómo nos salva Jesucristo de nuestros pecados?

Para ver más ideas sobre la enseñanza de los niños, veáse la reseña de esta semana de Ven, sígueme — Para la Primaria.

Cómo mejorar el estudio personal

Estudiar las palabras de los profetas y apóstoles de los últimos días. Lea lo que los profetas y apóstoles de los últimos días han enseñado sobre las verdades que encuentra en las Escrituras. Por ejemplo, podría encontrar un tema en Alma 8–12 y buscar ese tema en la conferencia general más reciente (véase Enseñar a la manera del Salvador, pág. 21).

Ilustración de Alma come con Amulek, por Dan Burr.

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