Los pacificadores toman tiempo en sus vidas para participar en hábitos que cultivan la paz interior, la cual luego se extiende al resto de sus vidas. Exploraremos algunas de las prácticas que utilizan los pacificadores excepcionales.
- Atención Plena
Nuestros cuerpos están diseñados para percibir y reaccionar ante amenazas. Nuestro cerebro tiene dos amígdalas, encargadas de ayudarnos a responder a emergencias. «Cuando percibimos una amenaza, las amígdalas activan una alarma, liberando una cascada de químicos en el cuerpo. Hormonas del estrés, como la adrenalina y el cortisol, inundan nuestro sistema, preparándonos inmediatamente para luchar o huir.»1 Esta es una respuesta automática que no podemos necesariamente detener. - Respiración Intencional
Otro hábito que muchos pacificadores desarrollan es la respiración intencional. Cuando nuestro cerebro activa nuestros instintos de lucha o huida, como puede suceder cuando alguien comienza una conversación con una afirmación argumentativa, es crucial mantener la calma interior. Respirar puede ayudar en esto. Una técnica es inhalar lentamente contando hasta cuatro, mantener esa respiración durante una cuenta de cuatro, y luego soltarla contando hasta cuatro en sentido inverso.
Esa práctica establece un ritmo, pero también nos permite ser más conscientes de nuestro cuerpo y de lo que está haciendo. En ese momento de conciencia, tenemos más control sobre nuestras emociones y podemos encontrar la paz interior.
- Prácticas Espirituales
Muchos pacificadores encuentran la paz interior a través de prácticas espirituales. Aquellos que toman en serio su fe —es decir, que no están afiliados a una religión solo por razones culturales o mundanas— a menudo encuentran una poderosa quietud interior que impregna el resto de sus vidas. Descubren esto a través de prácticas como la oración, el servicio, las reuniones religiosas, el culto comunitario y el estudio de textos sagrados. Una razón para esto es que les da propósito, significado y enfoque a sus vidas. Si eres de aquellos que toman en serio su religión y deseas obtener más de ella en tu camino para convertirte en pacificador, una práctica útil es comenzar el día con una de las actividades mencionadas que te recordará quién eres y cuál es tu propósito superior en esta vida.
Las enseñanzas de muchas religiones del mundo enfatizan esto. La idea principal es que, a medida que las personas se entregan a un poder superior, encuentran paz interior. En otras palabras, no encontramos la paz enfocándonos en el yo, sino rindiendo el yo. Para los cristianos, esta idea se refleja en lo siguiente:
«Los hombres y mujeres que entreguen sus vidas a Dios descubrirán que Él puede hacer mucho más con sus vidas de lo que ellos pueden. Él profundizará sus alegrías, ampliará su visión, acelerará sus mentes, fortalecerá sus músculos, elevará sus espíritus, multiplicará sus bendiciones, aumentará sus oportunidades, consolará sus almas, levantará amigos y derramará paz. Quien pierda su vida en el servicio de Dios encontrará la vida eterna.»2 Ahora, podrías pensar que esto suena más a trabajo espiritual arduo que a descanso. Pero aquí está la gran verdad: mientras el mundo insiste en que el poder, las posesiones, la popularidad y los placeres de la carne traen felicidad, ¡no lo hacen! … La verdad es que es mucho más agotador buscar la felicidad donde nunca se puede encontrar.3
Para los cristianos, la noción es que la paz nos llega cuando renunciamos a todos nuestros deseos mundanos, los cuales nunca pueden ser satisfechos. Lo hacemos rindiendo nuestros deseos a los deseos de Dios. Su enfoque se convierte en nuestro enfoque, y esa mente única casi siempre es el servicio caritativo y desinteresado a los demás. Para hacer esto, sin embargo, los cristianos deben participar en aquellos hábitos que les permiten alinear su voluntad con la de Dios. Y las prácticas de oración, servicio, culto y estudio de las escrituras son algunas de ellas. Al hacerlas parte de nuestro día, participamos en prácticas de perder nuestros deseos por aquello que puede satisfacer temporalmente, pero que siempre nos dejará deseando más.
- Escribir en un Diario
Los estudios han demostrado consistentemente que escribir en un diario es bueno para nuestra salud mental. Puede ayudar a reducir la depresión, la ansiedad y el estrés, lo que a su vez puede mejorar la función inmunológica. Ayuda a quienes tienen condiciones psiquiátricas a recuperarse más rápidamente.4 Y también aumenta el sentido de gratitud. En resumen, es una herramienta notable para ayudarnos a desarrollar la paz interior.
Con todos esos beneficios tan aparentes, la única pregunta razonable es: ¿por qué no escribes en un diario? La respuesta también es evidente. Muchos de nosotros sentimos que simplemente no tenemos tiempo. Aquí es donde entran los hábitos. Quizás la mejor manera de hacer que escribir en un diario sea un hábito en nuestras vidas es asegurarnos de no permitir que las grandes expectativas sean el enemigo. En otras palabras, no necesitamos escribir un capítulo en un libro todos los días para que el diario sea efectivo. Pequeñas entradas, incluso algunos puntos clave, son suficientes.
Esas entradas menores se acumulan por sí solas. Con el tiempo, el escribir en un diario comienza a impulsarse a medida que sentimos y reconocemos sus beneficios. Al hacerlo, te encontrarás en el camino para convertirte en un pacificador, y también habrás creado una narrativa de tu vida que tú y tu posteridad atesorarán para siempre.
- Lectura
La lectura es un hábito similar para lograr la paz interior. Y cuando digo «lectura», no me refiero a desplazarse por las redes sociales o leer artículos cortos y mal escritos sobre algún fenómeno de la cultura pop. Me refiero a los libros. Ayuda a desarrollar la inteligencia y la función cerebral (incluida la memoria a medida que envejecemos). Leer ficción literaria puede ayudarnos a ser más empáticos. Reduce el estrés y nos ayuda a relajarnos.5 Todos esos beneficios contribuyen a nuestra calma interior y plantean las mismas preguntas que con el diario. Sabemos que leer es valioso, entonces, ¿por qué no lo hacemos más? La clave, una vez más, es establecer el hábito. Si lo hacemos lo más fácil posible, es más probable que lo hagamos. Una forma de hacerlo es asegurarnos de tener libros que puedan interesarnos por toda la casa. Me gusta tener libros junto a mi cama, mi sofá, mi escritorio y en cada habitación. Mi esperanza es que, si dejo mi teléfono el tiempo suficiente, tomaré un libro en su lugar. - Gestión del Tiempo
Cultivar la paz interior necesaria para ser un pacificador requiere algo que cada uno de nosotros tiene en muy poca cantidad: tiempo. No importa cuánto nos guste pensar lo contrario, todos estamos quedándonos sin tiempo. Podemos estar de acuerdo en que escribir en un diario, leer, meditar, orar, observar actividades religiosas o cualquier combinación de estas actividades son valiosas, pero encontrar tiempo para ellas es difícil. Simplemente esperar que encontremos un hueco generalmente no funciona. Nos decimos a nosotros mismos que lo haremos más tarde en la mañana, después de la cena o antes de acostarnos, pero más a menudo, no lo hacemos.
Los pacificadores deliberadamente reservan tiempo para participar en estas prácticas. Reconocen que el resto de su tiempo es mucho más valioso cuando se cuidan mental y espiritualmente (para aquellos que valoran la espiritualidad).
Cada aspecto del mundo intentará intervenir. Los correos electrónicos y mensajes de jefes, compañeros de trabajo, clientes o familiares nunca cesarán. Nuestras muchas obligaciones siempre estarán presentes. Las últimas noticias más interesantes siempre nos llamarán. Pero si podemos aislarnos de esas cosas el tiempo suficiente para participar en aquellas prácticas que nos ayudarán a avanzar hacia un sentido de paz interior, habremos dado un gran paso hacia convertirnos en pacificadores.
Articulo original en ingles en: https://www.ldsliving.com/habits-of-a-peacemaker/s/12438
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