Vivir como discípulo en el mundo moderno
Seguir a Jesucristo en la actualidad puede parecer un reto, especialmente en un mundo donde los valores cambian constantemente y las distracciones abundan. Sin embargo, el Evangelio restaurado nos enseña que es precisamente en estos tiempos cuando más necesitamos vivir como discípulos de Cristo. No se trata solo de asistir a la Iglesia los domingos, sino de reflejar a Cristo en cada aspecto de nuestra vida diaria: en el trabajo, en la familia y en la comunidad.
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1. Ser discípulo en el trabajo
Muchos jóvenes adultos pasan gran parte de su tiempo en sus empleos o estudios. Allí, ser discípulo de Jesucristo implica:
- Ser honesto en todo momento, incluso cuando nadie más lo es.
- Tratar con respeto a compañeros y clientes, aunque no compartan tus creencias.
- Dar lo mejor de ti, no para ser visto, sino para honrar a Dios con tu esfuerzo.
Como enseñó el élder Dieter F. Uchtdorf:
“La luz de Cristo brilla más intensamente en las personas comunes que hacen lo correcto, aun cuando nadie las esté mirando.”
2. Ser discípulo en la familia
Nuestro hogar es el lugar más importante para demostrar nuestro compromiso con Jesucristo. Esto incluye:
- Orar y estudiar las Escrituras en familia. La guía “Ven, Sígueme” es una excelente herramienta.
- Mostrar amor y paciencia. Ser discípulo no significa ser perfecto, sino estar dispuesto a perdonar, pedir perdón y seguir adelante.
- Enseñar con el ejemplo. Los niños y jóvenes aprenden más por lo que ven que por lo que oyen.
3. Ser discípulo en la comunidad
Jesús no solo enseñaba en sinagogas; caminaba entre la gente, sanaba, escuchaba y servía. Hoy, podemos hacer lo mismo al:
- Servir a los necesitados, ya sea ayudando a un vecino o participando en un proyecto comunitario.
- Compartir el Evangelio con amor y sin presión. A veces, una simple invitación o testimonio puede cambiar una vida.
- Participar activamente en la Iglesia, fortaleciendo a otros y dejando que nos fortalezcan a nosotros.
El presidente Russell M. Nelson enseñó:
“Cuando elegimos seguir a Jesucristo, elegimos cambiar. Elegimos arrepentirnos. Elegimos ser más como Él.”
4. Ser discípulo es un proceso, no una meta
Ser discípulo de Cristo no es algo que se alcanza de una vez. Es una decisión diaria. Significa seguir aprendiendo, intentarlo de nuevo tras cada error, y confiar en Su gracia para cambiar nuestro corazón.
El Señor no busca perfección inmediata, sino un corazón dispuesto. Como misioneros enseñan a diario, el primer paso es tener fe en Jesucristo y seguirlo, sin importar cuán imperfectos nos sintamos.
Conclusión
Hoy más que nunca, el mundo necesita discípulos auténticos. Personas que reflejen la luz de Cristo con sus acciones, su forma de hablar, su actitud ante la vida. Seguir a Jesucristo no es solo un título, es un estilo de vida transformador.
¿Y tú? ¿Cómo puedes mostrar tu discipulado esta semana en tu trabajo, tu familia o tu comunidad?
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