En momentos de profundas pruebas personales, es natural preguntarse: “¿Por qué me está pasando esto a mí?” Esta pregunta tan emotiva, arraigada en nuestra búsqueda de comprensión y paz, es una respuesta humana común ante la adversidad. Como miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, la respuesta a esta pregunta se encuentra en las doctrinas, enseñanzas y principios del evangelio de Jesucristo. La verdad reconfortante que puede guiarnos en estos tiempos difíciles es la perspectiva eterna que proviene de entender el plan de Dios para Sus hijos.
El Propósito de la Vida: El Plan de Felicidad de Dios
Central a las enseñanzas de la Iglesia está la doctrina del Plan de Salvación, a menudo conocido como el Plan de Felicidad. Este plan divino nos ayuda a entender el propósito de la vida, el papel de la adversidad y la eventual alegría que surge de soportar con fidelidad. Aprendemos en las Escrituras que existíamos como hijos espirituales de Dios antes de venir a la tierra y que nuestra jornada mortal es una parte crucial de nuestro progreso eterno.
En el Libro de Mormón, el profeta Lehi enseña a sus hijos que “es preciso que haya una oposición en todas las cosas” (2 Nefi 2:11). Esta profunda declaración subraya la necesidad de la adversidad en nuestras vidas. Es a través de la oposición que podemos crecer, aprender y llegar a ser más como nuestro Padre Celestial. Las pruebas no son castigos, sino oportunidades para el crecimiento y la refinación.
Comprender el Papel de Jesucristo en Nuestras Pruebas
La fuente definitiva de consuelo durante nuestras pruebas se encuentra en la Expiación de Jesucristo. Jesucristo, quien soportó los dolores y aflicciones de toda la humanidad, comprende perfectamente lo que estamos atravesando. En el Jardín de Getsemaní, Él tomó sobre Sí no solo nuestros pecados, sino también nuestros dolores, penas y sufrimientos (ver Alma 7:11–12). Esto significa que Él puede socorrernos, o acudir en nuestro auxilio, en tiempos de necesidad.
El élder Jeffrey R. Holland, ha enseñado que “Debido a que Jesús caminó un sendero tan largo y solitario completamente solo, nosotros no tenemos que hacerlo.” Este conocimiento nos permite acercarnos al Salvador con nuestras preguntas y cargas, encontrando consuelo en el hecho de que Él nos conoce y nos ama individualmente. A través de la oración, podemos buscar guía y fortaleza divina para soportar nuestras pruebas, confiando en que Él nos ayudará a llevar nuestras cargas.
Obtener una Perspectiva Eterna
Una de las doctrinas más reconfortantes del evangelio es entender que esta vida es solo una pequeña parte de nuestra existencia eterna. El Apóstol Pablo enseñó que “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28). Esto sugiere que incluso las pruebas más difíciles pueden, en última instancia, ser para nuestro beneficio, ayudándonos a crecer de maneras que aún no podemos comprender.
El presidente Dallin H. Oaks nos ha recordado que “tenemos la seguridad de que el plan de nuestro Padre Celestial tiene soluciones para todos nuestros problemas.” Aunque no comprendamos por qué suceden ciertas cosas, podemos tener fe en que el plan de Dios es perfecto. Él ve el final desde el principio y sabe lo que necesitamos para llegar a ser como Él. Nuestra tarea es confiar en Su tiempo y en Su sabiduría, sabiendo que cada prueba tiene un propósito en Su plan divino.
Encontrar Fortaleza en la Comunidad
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días enfatiza la importancia de apoyarnos mutuamente en tiempos de necesidad. A través de los llamamientos, las asignaciones de ministración y la hermandad de los santos, podemos proporcionar y recibir consuelo y fortaleza. Al servir a los demás, a menudo encontramos que nuestras propias cargas se alivian. Este principio se enseña maravillosamente por el rey Benjamín en el Libro de Mormón: “Cuando os halláis al servicio de vuestros semejantes, solo estáis al servicio de vuestro Dios” (Mosíah 2:17).
Cuando enfrentamos pruebas, no debemos dudar en buscar ayuda en los demás y estar dispuestos a ofrecer nuestra ayuda a cambio. La admonición del Salvador de “llevar las cargas los unos de los otros para que sean ligeras;” (Mosíah 18:8) es una parte clave para encontrar consuelo y fortaleza durante los tiempos difíciles.
Aunque la pregunta “¿Por qué?” puede surgir naturalmente durante las pruebas, las enseñanzas de Jesucristo proporcionan una perspectiva más amplia que puede traer paz y comprensión. Puede que no tengamos todas las respuestas ahora, pero podemos confiar en el plan perfecto de Dios y en Su amor infinito por cada uno de nosotros. A medida que confiamos en el Salvador, obtenemos una perspectiva eterna y nos apoyamos unos a otros, podemos encontrar consuelo en la verdad de que nuestras pruebas no son el final; son una parte necesaria de nuestro viaje de regreso a nuestro Padre Celestial.
A través de la fe en Jesucristo, podemos navegar por las tormentas de la vida con esperanza.
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