Espera… esta historia puede sonarte un poco fuerte, pero es real. El presidente Monson contó que hace muchos años una pareja lo llamó, ellos necesitaban un consejo debido a que, por la falta de control, sentían que habían sufrido una tragedia y que su matrimonio estaba apunto de colapsar.
Ambos eran miembros fieles al Evangelio, se habían casado en el templo y tenían un niño de 18 meses. Un día, en un viaje en auto, estaban con el pequeño en los asientos delanteros y comenzaron a discutir. El presidente Monson no recuerda cuál fue el motivo, pero el enojo fue tanto que comenzaron a gritarse.
El pequeño niño comenzó a llorar de la desesperación, pero esto solo enfureció más al padre, en un momento de falta de control, lanzó un juguete en dirección a la madre, pero el objeto cayó en la cabeza del niño, provocándole una lesión cerebral y discapacidad de por vida.
Nadie está libre de caer en las garras del enojo ¿Cierto? Por eso aquí te dejamos 3 tesoros del Evangelio que te harán controlarlo.
1.- Aunque duela admitirlo, debido al albedrío nadie puede “hacerte” enojar
Cuando el Elder Bednar enseñó esta verdad dijo: “voy a decir algo que probablemente no quieran escuchar”. Y es cierto, muchas veces culpamos a las demás personas por cómo nos sentimos; sin embargo, si respondemos con enojo, es nuestra libre y total decisión.
En pocas palabras: ¿Somos objetos sobre los que se actúa? O ¿Somos agentes que actuamos? Recuerda, gracias al albedrío, cada vez que pienses que alguien te hace enojar, estás dejando que esa persona actúe sobre ti.
2.- La perspectiva eterna echa fuera toda respuesta de enojo
Visualízate en el Reino Celestial, ¿Responderías al enojo de la forma en que lo haces si te encontraras allí? Es verdad que es súper complicado controlar la ira, pero el Señor enseñó:
“(…) si traes tu ofrenda al altar te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda”
El Señor no mencionó nada sobre quien tiene razón ni quien fue el culpable, cuando le presentemos al Señor nuestra vida como ofrenda ¿Hay algo que debamos resolver primero con nuestro prójimo?
3.- Nuestros corazones siempre pueden estar llenos de caridad mediante la Expiación de Cristo
Cuando nos enojamos, luego podemos sentirnos mal y orar para que nuestros corazones se llenen de amor, pero ¿por qué no orar antes para que el Señor nos libre del enojo en todo momento? Es decir: Tomar la decisión de no amargarnos mucho antes de que llegue la prueba. Él puede ayudarnos a controlar el hombre natural.
¿A qué Espíritu hemos de escuchar?
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