Hambrunas, pestilencias, terremotos, tribulaciones, granizadas, latigazos, enfermedades, conmoción, asesinatos, iniquidad, sangre, fuego, vapores de humo, truenos, rayos, oscuridad, tempestades, inundaciones y otros desastres se encuentran entre algunas de las calamidades profetizadas en las escrituras.
Para algunas personas, pocas de las profecías más intrigantes sobre los últimos días tienen que ver con el sol oscureciéndose, la luna tornándose en sangre, las estrellas cayendo del cielo y los poderes del cielo se estremecerán, todo antes de la Segunda Venida del Señor (DyC 45:42). Estos eventos también se mencionan en muchos otros lugares en las escrituras como por ejemplo: DyC 29:14, 88:87, 133:49; Joel 2:10; Apocalipsis 6:12; Mateo 24:29; José Smith – Mateo 24:33).
Cuando estaba en la escuela secundaria, pase un verano luchando contra los incendios forestales cerca de Mount Trumbull, Arizona, que en ese tiempo era parte del Bosque Nacional Kaibab. Mi compañero de trabajo y yo pasamos la mayor parte del tiempo utilizando motosierras para podar árboles y despejar los caminos de madera caída. De vez en cuando, los incendios forestales estallaban e inmediatamente, se nos pedía apagar los incendios. Mientras trabajábamos para extinguir hasta la última chispa, la luna durante la noche a veces parecía de color rojo; en otras ocasiones, ni siquiera podíamos verla. A veces, durante el día, el sol prácticamente oscurecía.
Supuse que la luna y el sol se veían de esta manera debido a todo el humo en el aire. Las escrituras referentes al sol oscureciendo y la luna tornándose en sangre (o no resplandeciendo) adquirieron un significado diferente para mí. ¿Podría ser que estas profecías muestran como estos cuerpos celestiales se presentarán ante los hombres en la tierra en lugar de describir los cambios físicos reales en su materia?
Valoro lo que el Élder Bruce R. McConkie compartió respecto al sol, la luna, las estrellas y los cielos estremeciéndose:
Podría haber más de una ocasión en que el la luz del sol y la luna se oculten del hombre y cuando parezca que las mismas estrellas del firmamento estén siendo arrojadas de sus lugares. Lo que se relata aquí podría significar que el humo y las condiciones del clima ocultaron la luz del sol y también, hicieron que la luna pareciera “como sangre.” Esta caída de estrellas “hacia la tierra” podrían ser lluvias meteóricas, a diferencia de las estrellas, en otra ocasión, parecen caer porque la tierra da vueltas de un lado a otro (The Millennial Messiah, 380).
El Élder McConkie también compartió este conocimiento:
Al saber que la tierra da vueltas de un lado a otro, al saber que el poderoso abismo volverá a su lugar en el norte, al saber que los continentes y las islas se unirán nuevamente, ¿qué sucederá con las estrellas y su caída del cielo? Nuestra respuesta es que a los hombres de la tierra les parecerá que las estrellas – esos soles grandes en los cielos siderales alrededor de los cuales giran otros planetas – estarán cayendo porque la Tierra gira. Las grandes estrellas fijas continuaran en sus órbitas y esferas asignadas. El sol también continuará dando luz pero a los hombres les parecerá que está oscureciendo y la luna permanecerá como lo ha hecho desde la creación, pero ante los ojos mortales parecerá como si estuviera bañada en sangre(The Millennial Messiah, 412).
Parece que algunas personas creen que las profecías señaladas en las escrituras sobre las calamidades en realidad no sucederán. El Presidente Ezra Taft Benson dio esta advertencia:
Con demasiada frecuencia yacemos en nuestra cómoda complacencia, y deducimos que los estragos de la guerra, los desastres económicos, el hambre y los terremotos no pueden suceder aquí. Aquellos que piensan esto o no están familiarizados con las revelaciones del Señor o no las creen. Quienes presumidamente piensan que estas calamidades no sucederán, que éstas en alguna manera serán desviadas por motivo de la rectitud de los miembros de la Iglesia, se están engañando y lamentarán el día en que se sometieron a tal engaño (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Ezra Taft Benson, capítulo 21).
El Élder McConkie resumió varias calamidades que sucederán en los últimos días antes de la Segunda Venida, así:
Antes de que venga el Señor, toda la tierra se encontrara en confusión. Las guerras y rumores de guerra propagarán la muerte, la destrucción y las enfermedades que eclipsarán todo lo que se conoce entre los hombres. Las plagas, la peste y el dolor castigarán a las personas en un grado nunca antes conocido. Los hombres recibirán una maldición física y espiritual; la carne de muchos caerá de sus huesos y los ojos, de sus cuencas. Los terremotos destruirán muchas ciudades y traerán la muerte a su pueblo; el fuego y el granizo destruirán las cosechas de la tierra; los ríos, los mares, los desiertos y las montañas se contaminarán; se contaminarán los mares del mundo; la hambruna, el veneno y los cadáveres serán comunes. Ninguna lengua puede decir las desolaciones y las penas que aún no están por llegar, todo lo cual culminará con la quema de la viña y en ese momento se consumirá toda cosa corruptible(A New Witness for the Articles of Faith, 633).
El Señor está apresurando su obra en todo el mundo. El incremento de la cantidad de misioneros podría servir como ejemplo de esto. En los primeros días de la iglesia en esta dispensación, el Señor envió a Sus siervos a salir a amonestar al pueblo y “preparar a los santos para la hora del juicio que ha de venir” (DyC 88: 81 – 84). El Señor les dijo a los primeros misioneros que después de que hubieran compartido su testimonio “la ira y la indignación” vendría sobre el pueblo. También les dijo, “Porque después de vuestro testimonio viene el testimonio de terremotos… Y también viene el testimonio de la voz de truenos, y la voz de relámpagos, y la voz de tempestades, y la voz de las olas del mar que se precipitan allende sus límites. Y todas las cosas estarán en conmoción” (DyC 88: 88-91). Vemos que muchas de estos eventos profetizados suceden en la actualidad.
La voz amonestadora del Señor respecto a “las olas del mar” podría hacer referencia a las inundaciones que se presentan durante las tormentas y ¿qué se puede decir sobre los tsunamis que sucedieron? Hasta hace poco, no escuchamos mucho la palabra tsunami, pero ahora muchas personas se han visto afectadas por las terribles consecuencias de estos eventos.
El Presidente Henry B. Eyring compartió ideas sobre los últimos días y algunas historias que promueven la fe en algunos de estos desastres mientras se dirigía a un grupo de estudiantes durante una devocional en BYU, Idaho. Dijo que “el gran terremoto y los tsunamis que azotaron las costas alrededor del Océano Índico, son solo el comienzo y una parte de lo que está por venir, por terrible que fuera.” Luego, citó algunas de las escrituras anteriores (DyC 88: 88 – 91):
El miedo vendrá sobre todo pueblo. Pero, ustedes y yo sabemos que el Señor ha preparado lugares seguros a los cuales está ansioso de guiarnos. A menudo, pienso en eso. Hace unos días, escuché dos historias sobre Dios guiando a sus hijos a la seguridad de la costa de Tailandia cuando golpeó esa monstruosa ola de tsunami.
Una de las personas aceptó Su invitación aparentemente rutinaria para asistir a una reunión de la iglesia un domingo… la reunión se realizó en un terreno más elevado, lejos de la costa. Las personas que se reunieron con los santos se salvaron de la muerte física…
La otra historia que escuché la relató un santo de los últimos días que fue guiado a una zona segura por el Espíritu Santo. Se registró en un hotel frente al mar en Tailandia, el día anterior al golpe de la ola. Se retiró de la playa. Se sentía incómodo. Regresó al hotel decidido a dejar la habitación en la que se hospedaba… Fue a otro hotel, lejos de la playa, que se encontraba en un terreno más elevado. Debido a eso, no solo sobrevivió sino que se quedó a prestar servicio a los sobrevivientes. El Señor está ansioso por llevarnos a la seguridad de un terreno más elevado, lejos del camino del peligro físico y espiritual (“Raise the Bar,” Brigham Young University—Idaho Devotional, 25 de enero de 2005).
Si “has tomado al Santo Espíritu por guía” (DyC 45:57), estarás preparado y no temerás (DyC 38:30). No podemos saber la verdad de todas las cosas de nuestro mayor interés (Moroni 10:5).
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