Si estás leyendo esto, probablemente ya sabes lo abrumadoramente difícil que puede ser llegar a casa de la misión antes de lo esperado. Los jóvenes adultos que prestan servicio pueden experimentar lesiones físicas, problemas de salud mental, emergencias civiles, problemas de dignidad, conflictos graves con otras personas o desobediencia a las reglas de la misión, lo que hace que dejen la misión antes de la fecha de relevo prevista.
Independientemente de la razón, Dios no quiere que ese contratiempo deje a ninguno de Sus hijos espiritualmente lisiado. Entonces, ¿cómo pueden los misioneros que regresaron anticipadamente seguir adelante después de una transición tan accidentada? ¿Y cómo pueden ayudar los padres, los líderes de la Iglesia y los seres queridos?
Un misionero del Libro de Mormón
Un relato del libro de Alma nos da un ejemplo útil. Alma, el profeta nefita, dirigió una misión entre los inicuos zoramitas, acompañado por varias personas de confianza. Una de esas personas, su hijo Coriantón, “abandon[ó] el ministerio y [se fue] a la tierra de Sirón, en las fronteras de los lamanitas, tras la ramera Isabel” (Alma 39:3). Como consecuencia, el profeta Alma reprendió severamente a Coriantón y lo llamó al arrepentimiento, señalando: “No persistiría en hablar de tus delitos, para atormentar tu alma, si no fuera para tu bien” (Alma 39:7).
Coriantón recibió con humildad la reprensión de su padre, se arrepintió de sus pecados y volvió a prestar servicio como misionero entre los zoramitas, para “declara[r] la palabra con verdad y circunspección” (Alma 42:31). El relato continúa diciendo que después de que Alma hubo hablado con sus hijos, “los hijos de Alma [tanto Shiblón como Coriantón] salieron entre el pueblo para declararle la palabra” (Alma 43:1).
Regresar con potencial
¿Qué aprendemos de ese relato? Primero, un misionero que deja la misión prematuramente, incluso por razones evitables, todavía es capaz de lograr grandes cosas. Coriantón pudo haber cometido graves errores, pero aun así, siguió adelante para efectuar una gran obra. Del mismo modo, incluso los misioneros que regresan como resultado de sus propias acciones no deberían sentir que han destruido su potencial espiritual. Coriantón aprendió de sus errores y ayudó a edificar el reino de Dios de maneras extraordinarias, y esa misma capacidad existe en todos, sin importar cuánto sientan que han fallado.
Segundo, aprendemos la función crucial que tienen otras personas en la recuperación espiritual de un misionero que regresó de manera anticipada. Alma, padre de Coriantón y líder del sacerdocio, aconsejó a Coriantón con severidad, pero también con confianza en su capacidad de alcanzar su potencial espiritual. Al igual que con Coriantón, las consecuencias de la desobediencia en la misión deben existir, pero toda disciplina debe ir acompañada de amor, perdón y misericordia (véase Doctrina y Convenios 121:41–44).
Volver para sanar
Ese mismo mensaje de esperanza para los misioneros que regresaron prematuramente se repite hoy. Marshall, que regresó de manera anticipada debido a problemas de salud física y mental, a veces sentía pesar tanto por los obstáculos de salud, como por las deficiencias personales que le impidieron ser un misionero completamente funcional. Sin embargo, siente que su servicio valió absolutamente la pena.
“Como misioneros, no somos perfectos”, dice Marshall. “Todavía estamos sujetos a la tentación; aún podemos pecar. Pero probablemente sean tus imperfecciones aquello en lo que Satanás quiere que te centres; quiere que sientas que tu ofrenda no es aceptada por el Señor debido a esos momentos en los que no fuiste el mejor misionero”.
Marshall cree que el Señor quiere que los misioneros sepan que está complacido con el servicio que brindan, incluso cuando ese servicio se prestó de manera imperfecta, ya sea por elección o por las circunstancias.
Marshall ha aprendido a lidiar con ello y sanar al hacer todo lo posible por mantenerse cerca del Padre Celestial y de Jesucristo.
Volver para arrepentirse
Otro misionero, que prestó servicio en Colorado, EE. UU., fue enviado a casa de la misión por razones disciplinarias y excomulgado de la Iglesia, pero más adelante volvió a bautizarse. “Volver a casa fue difícil”, dice. “Me sentía perdido y vacío. En ocasiones, la parte más difícil de haber vuelto a casa era [encontrar] la motivación para seguir yendo a la Iglesia, leyendo las Escrituras y orando. Las cosas simples eran las más difíciles”.
No obstante, encontró fortaleza en el apoyo de amigos y familiares, y en esforzarse para arrepentirse.
“Establecer metas, reunirme con mi obispo e ir al templo cuando fui digno fueron claves para poder acercarme más a mi Padre Celestial”, agrega. “Recuerdo momentos en los que no podía reunirme con el obispo ni lograr algunas metas; el adversario estaba siempre presente, tentándome”.
Su recuperación fue posible al “recordar siempre que tengo un Padre Celestial que me ama y que desea que sea feliz. Teniendo un testimonio de la expiación del Salvador y del arrepentimiento, siempre podemos acercarnos más a Dios sin importar cuán lejos podamos sentirnos”.
“Al reflexionar en mi misión”, continúa, refiréndose a los meses que sirvió antes de los acontecimientos que condujeron a que fuera enviado a casa, “sigo sintiendo que fue una de las mejores experiencias que he tenido. Aprendí mucho y, aunque no resultó como lo había planeado, aun así pude ver vidas cambiar gracias al Evangelio. Cometí algunos errores, pero mi testimonio ha crecido mucho más a medida que me he esforzado por arrepentirme y seguir avanzando”.
Él quiere que otros misioneros que regresaron de forma anticipada debido a sus decisiones sepan que “el mundo no se ha acabado. Regresar a casa es un primer paso hacia el arrepentimiento. Una vez que pases por ese proceso de arrepentimiento, habrás ganado mucho. Esa pesada carga se retirará. No hay mejor sensación que saber que estás en lo correcto a la vista de Dios”.
Amar a los que regresan de forma anticipada
Los dos misioneros que regresaron a casa antes de lo esperado hacen hincapié en lo importante que es que los amigos y los familiares de los misioneros que regresan anticipadamente a casa los amen y los apoyen.
“Dales su espacio”, dice Marshall. “Pero asegúrate de estar cerca, porque puede ser un poco deprimente. Sé su amigo”. Al escuchar al Espíritu, podemos determinar sus necesidades y saber cuándo tender una mano y cuándo respetar su privacidad.
“Tan solo ámalos”, agrega el misionero que sirvió en Colorado. “Anímalos a recordar siempre el sacrificio expiatorio de Jesucristo”.
La forma en que los demás tratan a los misioneros que regresaron prematuramente podría ayudar a marcar la diferencia entre que se alejen llenos de vergüenza o sigan adelante con fe. Es esencial, entonces, que sean aceptados sin ser juzgados.
Al igual que Coriantón, los misioneros que regresan antes de lo esperado tienen el potencial de elevarse de su actual estado vulnerable para llegar a ser poderosos instrumentos del Señor.
Encontrar esperanza en el plan de Dios
El élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, brinda algunas palabras de consuelo a los misioneros que regresaron anticipadamente. “Cuando alguien pregunte si has servido una misión, dí que sí”, dijo él. “… Atesora el servicio que prestaste. Agradece la oportunidad de haber testificado, de haber salido en el nombre del Señor, de haber llevado la placa de misionero… Por favor, por favor, no revivas esto; no lo repases una y otra vez; no pienses que eres incapaz ni un fracasado”1.
Para aquellos que regresan antes como resultado del pecado, recuerden estas palabras de la hermana Joy D. Jones, Presidenta General de la Primaria: “Si pecamos, seremos menos dignos, ¡pero nunca tendremos menos valor!”2. Ella afirma que Dios nos ayudará a desarrollar confianza en nosotros mismos en nuestros momentos más oscuros, si nos volvemos a Él.
El mensaje del Libro de Mormón, de misioneros modernos que regresaron anticipadamente y de los líderes de la Iglesia es el mismo: nunca pierdas la esperanza, porque Dios todavía tiene planes para ti más grandes de lo que puedes imaginar. Para los seres queridos de estos misioneros, la reacción que ustedes tengan a su regreso a casa marcará una enorme diferencia en ayudarlos a sanar y a alcanzar su potencial. Recuerden que la expiación de Jesucristo puede curar todas las heridas, incluso las de regresar de una misión de forma anticipada.
El autor vive en Utah, EE. UU.
Deja una respuesta