Jesucristo vendrá para redimir a Su pueblo
Comience su preparación para enseñar leyendo Alma 8–12. Después, repase esta reseña para encontrar otras ideas que animen a los miembros de la clase a compartir lo que hayan aprendido durante su estudio.
Anote sus impresiones
Invitar a compartir
Concédales unos minutos a los miembros de la clase para reflexionar en cuanto a su estudio personal o familiar de esta semana. ¿Qué influencia ha tenido su estudio en las decisiones que tomaron durante la semana? Invite a algunos de ellos a compartir sus pensamientos.
Enseñar la doctrina
Nuestros esfuerzos por compartir el Evangelio podrían requerir persistencia y paciencia.
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A muchas personas se les dificulta compartir el Evangelio, en especial, cuando se han sentido rechazadas como le sucedió a Alma. El ejemplo de Alma podría ayudarles a confiar en Dios y a recibir valor para continuar compartiendo su testimonio con otras personas. Considere estas preguntas para el análisis: ¿Qué aprendemos del mensaje que el ángel le da a Alma, en Alma 8:15? ¿Qué aspectos de la reacción de Alma ante el mensaje que se encuentra en Alma 8:14–32, nos inspira a seguir compartiendo el Evangelio cuando experimentamos rechazo? ¿Qué consejo le darían a alguien que haya intentado compartir el Evangelio y a quien se le haya rechazado? El consejo del élder Jeffrey R. Holland que se encuentra en “Recursos adicionales” podría ayudar con la conversación.
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El relato de Alma y Amulek demuestra la importancia que tienen los empeños de los miembros en la obra misional. ¿Qué aprenden los miembros de la clase en Alma 8:19–30 sobre la relación que existe entre los miembros locales y los misioneros de tiempo completo? (véase también Alma 10:1–12).
Dios juzga a Sus hijos según la luz y el conocimiento que poseen.
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Esos versículos contienen una seria advertencia para todos los miembros de la Iglesia: una vez que hemos recibido luz y conocimiento, se espera que los atesoremos, los nutramos, los vivamos y los utilicemos para bendecir a los demás. Para ayudar a los miembros de la clase a examinar esa expectativa, podría pedirles que lean las enseñanzas de Alma que se encuentran en Alma 9:18–30 y compartan lo que encuentren sobre la responsabilidad que tienen debido a lo que saben. ¿Por qué podría haber más condenación cuando pecamos contra una mayor luz? Concédales tiempo a los miembros de la clase para que reflexionen lo que pueden hacer para ser más fieles a la luz y al conocimiento que hayan recibido. Podría sugerirles que lean Doctrina y Convenios 50:24 mientras reflexionen.
El plan de Dios es un plan de redención.
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Para comenzar un análisis de esa doctrina, podría invitar a un miembro de la clase a dibujar un diagrama del plan de redención en la pizarra. Después, podría dividir secciones de Alma 11–12 entre los miembros de la clase e invitarlos a que busquen verdades que puedan agregar al diagrama. Por ejemplo, ¿de qué nos redime el plan de Dios? (véase Alma 11:38–45). ¿De qué manera bendicen nuestra vida estas verdades sobre el plan de redención?
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Para ayudar a los miembros de la clase a compartir lo que Alma 11–12 les enseña en cuanto al plan de redención, podría escribir los siguientes encabezados en la pizarra: La Caída, El Redentor, El arrepentimiento, La muerte, La Resurrección y El Juicio. Ellos podrían escoger uno de esos temas y buscar en Alma 11–12 las verdades que aprenden sobre ellos. Invítelos a escribir las verdades que encuentren, junto con una referencia de las Escrituras, bajo el encabezado apropiado en la pizarra. Como clase, analicen la influencia que el hecho de saber esas verdades tiene en nuestra vida y en las decisiones que tomamos.
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A los miembros de la clase podría beneficiarles un análisis que se centre en Alma 12:31–32, donde Alma enseñó que después de la Caída, Dios dio mandamientos a Adán y a Eva, pero solo después de haberles enseñado Su plan. ¿Cómo creen que el saber acerca del plan afecta la forma en que vemos los mandamientos o en que nos sentimos respecto a ellos? Quizá podrían hablar en cuanto a algunos mandamientos específicos; por ejemplo, ¿de qué manera nos ayuda el hecho de saber el plan de Dios a guardar el día de reposo o a obedecer la ley de castidad?
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Algunos miembros de la clase podrían tener preguntas sobre Alma 11:26–39, donde Amulek dijo que solamente hay un Dios. Los siguientes pasajes de las Escrituras aclaran la manera en que los miembros de la Trinidad son “un Dios” aunque todavía son seres distintos: Juan 17:20–23; 2 Nefi 31:21; y 3 Nefi 19:29. Esta declaración dada por el élder Jeffrey R. Holland también podría ayudar: “Creemos que son uno en todo aspecto significativo y eterno que se podría imaginar, excepto en que son tres personas combinadas en una sustancia” (“El único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien Él ha enviado”, Liahona, noviembre de 2007, pág. 40).
Si no endurecemos el corazón, podremos recibir más de la palabra de Dios.
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Uno de los mensajes que Alma y Amulek enseñaron varias veces fue que la condición de nuestro corazón influye en la cantidad de verdad que podamos recibir del Señor. Para ayudar a los miembros de la clase a descubrir la verdad de este principio, invítelos a leer Alma 12:9–14 en grupos de dos o en pequeños grupos, y analizar las consecuencias de tener un corazón endurecido (también podría pedirles que lean Alma 8:9–11; 9:5, 30–31; y 10:6, 25). ¿Qué significa tener un corazón blando? (véanse Jeremías 24:7; Alma 16:16; Helamán 3:35). ¿De qué manera nos ayuda un corazón blando a comprender mejor la palabra de Dios?
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Alma enseñó que cuando endurecemos el corazón, recibimos “la menor porción” de la palabra de Dios (Alma 12:10). Tal vez los miembros de la clase podrían compartir experiencias de las Escrituras que ilustren ese principio. ¿Cómo nos ablanda el corazón el Señor para que continuemos aprendiendo más de Él? ¿Qué experiencias personales podemos compartir?
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Para ayudar a los miembros de la clase a comprender lo que significa tener un corazón blando, podría compartir algunos de los ejemplos que se incluyen en “Recursos adicionales”.
Alentar el aprendizaje en el hogar
Para inspirar a los miembros de la clase a leer Alma 13–16 durante esta semana, podría decirles que averiguaran cómo se cumplieron las palabras de Alma en la vida de Zeezrom y del pueblo de Ammoníah.
Recursos adicionales
Tener una actitud valiente.
El élder Jeffrey R. Holland dio las siguientes palabras de aliento a aquellos que son maltratados por compartir o defender el Evangelio:
“Si aún no les ha tocado, un día se encontrarán ante el llamado de defender su religión o quizás hasta soportar un poco de maltrato personal por el simple hecho de ser miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. En esos momentos se requerirá de parte de ustedes tanto valentía como cortesía…
“Quizá se pregunten si vale la pena defender los valores morales con valentía en la escuela secundaria o servir en una misión solo para que sus creencias más preciadas sean injuriadas; o luchar en contra de tantas cosas en una sociedad que a veces se burla de una vida de devoción religiosa. Sí, vale la pena…
“Amigos, especialmente mis amigos jóvenes: tengan valor. El amor puro como el de Cristo que emana de la verdadera rectitud puede cambiar al mundo…
“Sean fuertes; vivan el Evangelio fielmente aunque los que estén a su alrededor no lo vivan en absoluto. Defiendan sus creencias con amabilidad y compasión, pero defiéndanlas” (”El costo —y las bendiciones— del discipulado”, Liahona, mayo de 2014, págs. 6–9).
Su corazón se ablandó.
Los siguientes discursos de conferencia general brindan ejemplos de personas cuyo corazón fue ablandado por el Señor:
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La historia de la familia Hatfield en el mensaje del presidente Russell M. Nelson, “El precio del poder del sacerdocio”, (Liahona, mayo de 2016, págs. 66–67).
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La historia de Harold Gallacher en el mensaje del presidente Thomas S. Monson “El sagrado llamamiento del servicio” (Liahona, mayo de 2005, pág. 55).
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El relato de David en el mensaje del presidente Dieter F. Uchtdorf “Aprendan de Alma y Amulek”, (Liahona, noviembre de 2016, págs. 73–74).
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