En Doctrina y Convenios 50:24, aprendemos que “Dios es luz; y el que recibe la luz y permanece en Dios, recibe más luz; y esa luz se hace cada vez más brillante hasta el día perfecto «.
La idea de vivir una vida llena de luz es hermosa. También puede parecer inalcanzable cuando existe tanta oscuridad a nuestro alrededor. ¿Cómo podemos encontrar y hacer crecer la luz de Dios en tiempos oscuros? Aquí hay tres ideas.
Expresar gratitud
El presidente Thomas S. Monson nos enseñó que “dar gracias sinceras no solo nos ayuda a reconocer nuestras bendiciones, sino que también abre las puertas del cielo y nos ayuda a sentir el amor de Dios”. Cuando nos esforzamos por ser agradecidos y buscamos la forma en que Dios está obrando en nuestra vida, mantenemos una ventana abierta para que la luz brille.
A veces, sentimos que estar agradecidos descarta nuestro dolor u otros sentimientos negativos. Necesitamos recordar que podemos alabar a Dios y honrar nuestro dolor al mismo tiempo. Trate de reservar un tiempo específico para expresar la oración de gratitud y un tiempo específico para discutir su dolor y sus miedos.
Desconectarse de las distracciones
¡Vivimos en un mundo lleno de distracciones! Desde nuestras ocupadas agendas hasta la cantidad de tiempo que dedicamos a la tecnología, puede ser difícil encontrar luz cuando estamos ocupando cada momento de cada día. A menudo hacemos esto debido a una gratificación inmediata … o un entumecimiento inmediato. Tenemos tantas cosas que hacer que queremos apagar lo que sentimos.
Para recibir la luz de Dios, nuestros corazones y mentes deben estar abiertos y receptivos. No podemos hacer eso si siempre estamos distraídos. Necesitamos hacer tiempo para la voz suave y apacible.
Esforzarse por servir a los demás
No hay forma más rápida de agregar luz a tu vida que llevar luz a otra persona. El élder Dieter F. Uchtdorf dijo: “A medida que nos perdemos en el servicio de los demás, descubrimos nuestra propia vida y nuestra propia felicidad”.
Nunca debemos esforzarnos demasiado y descuidar nuestras propias necesidades, pero es probable que haya tiempo en toda nuestra vida para pensar en otra persona. Ya sea que completemos nuestras asignaciones de ministración, busquemos traer más armonía a nuestros hogares o nos acerquemos a un extraño, podemos hacer que el mundo brille con bondad.
Fuente: ldsdaily.com
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