Las memorias de la Navidad traen recuerdos de la familia, regalos y servicio. Se derivan de la verdadera razón de la Navidad, ese regalo trascendente de nuestro Padre Celestial. «Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree no se pierda, mas tenga vida eterna.» (Juan 3:16)
Damos testimonio de la realidad viviente de Jesucristo, el Príncipe de Paz y Luz del Mundo. El gozo puede llegar a todos los que decidan seguirlo.
Esta Navidad, reflexionemos sobre la vida y la expiación de Jesucristo. Que podamos sentir afinidad con los que sufren y que nos veamos los unos a los otros como hijos e hijas de Dios. Que podamos reconocer, con gratitud, el regalo incomparable del Padre para nosotros: Su Hijo, el Señor Jesucristo.
Fuente: www.noticiasmormonas.co
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